En nuestro último día en la capital de Suecia empezamos visitando el maravilloso palacio de Drottningholm. Esta residencia real patrimonio de la humanidad se empezó a construir en el siglo XVII y se encuentra a unos 10km del centro de la ciudad, por lo que es necesario coger un transporte para llegar. Nosotros fuimos en metro y autobús, pero hay barcos que hacen el recorrido (aunque solo en verano).Ese día decidimos darle una tregua a nuestro despertador, ya que, teníamos intención de coger el metro hacia Drottningholm lo más tarde posible con el objetivo que la tarjeta de transporte de 24h (cuesta unos 100SEK aproximadamente) que compramos nos durase también para nuestro trayecto hasta Sigtuna que haríamos el día siguiente (no somos ratas, optimizamos nuestros recursos económicos).
Es por eso que, sobre las 10 de la mañana cogíamos el metro en la estación de Gamla Stan hacia Brommaplan. Una vez allí se coge un autobús (hay varios que hacen la ruta) y en unas 3 paradas nos plantamos en el palacio de Drottningholm.
A medida que vas acercándote desde la parada del bus hacia la entrada del palacio ves esta foto: un montón de mar y un majestuoso palacio a sus pies. ¡Sólo con ver esa imagen, ya supimos que nos iba a encantar!
La entrada del palacio junto con el pabellón Chino, que se encuentra en medio de los jardines reales, cuesta 120SEK (aunque nosotros pagamos 90SEK con el carné de estudiante).
Después de nuestra visita al interior de Drottningholm, podemos decir que no nos entusiasmó (quizás porque íbamos con la expectativa de encontrarnos algo como Versailles) y nos parece una exageración el precio que hacen pagar por ver tan pocas salas del mismo. Si os fijáis en las fotos podríamos dividir el palacio en su parte central y en las dos alas laterales, pues bien, en la visita sólo puedes visitar las alas laterales obviando por completo las habitaciones centrales. Ojo! No estamos diciendo que no nos gustase, los acabados de las habitaciones, toda la ornamentación y la historia que sus paredes encierran son muy interesantes, pero creemos que ofrece una visita muy pobre por el precio que se paga.
Eso sí, la imponente vista del palacio desde los jardines, así como el paseo por los mismos y el Pabellón Chino nos encantó. Este Pabellón está decorado de forma muy particular con objetos traídos expresamente desde China. En la planta superior, hay una sala redonda llamada La Sala de los Susurros que era utilizada por el príncipe para escuchar/chafardear las conversaciones que tenían sus invitados en la otra punta de la habitación. La arquitectura de esta particular habitación hace posible esta propiedad de escuchar sin ser visto.
Por otro lado, lo que sí nos maravilló de Drottningholm son sus jardines y sus fuentes. Es una verdadera maravilla recorrerlos y pasear por ellos. Nos pasamos un buen rato haciendo fotos en incluso comimos allí, sentados en un banco y contemplando el paisaje. Dentro de los mismos jardines también podéis encontrar un restaurante donde comer o tomar algo. la entrada a los mismos es gratuita, por lo que pudimos ver muchos locales paseando, haciendo deporte e incluso pasando un agradable día con su familia.
Paralelo al palacio también hay un teatro que se puede visitar y al parecer es bastante bonito. Sólo se permiten visitas guiadas porque el interior es el original y data del siglo XVII.
Una vez dimos por finalizada nuestra visita a este maravilloso lugar cerca de Estocolmo, volvimos a coger el autobús que nos llevaría a nuestra próxima visita; desde nuestro punto de vista un imprescindible en la capital: el metro. Comparado con el metro de Barcelona al que estamos acostumbrados, en Estocolmo hay tan solo 3 líneas (azul, roja y verde), eso sí la mayoría de las estaciones están decoradas y son verdaderas obras de arte. Es muy difícil verlas todas, así que elegid unas cuantas o simplemente subid en el metro y parad donde más os guste. Nosotros visitamos las siguientes estaciones:
- T-centralen
- Solna
- Rädhuset
- Tekniska högkolan
- Stadion: dedicada a los juegos Olímpicos de Estocolmo
- Kungsträdgarden
Tenemos que decir que todas ellas nos encantaron. Os dejamos unas fotos de muestra, pero no os diremos a qué estación pertenecen; ¡habrá que ir a descubrirlo!
Una vez saciados de nuestra aventura bajo tierra decidimos volver a la superficie para ir a cenar y probar uno de los platos típicos de la ciudad, ya que era nuestra última noche en Estocolmo. Fuimos a un restaurante en Gamla Stan y probamos las tradicionales kötbullars (albóndigas suecas).
Hasta aquí llega nuestro último día en Estocolmo. Al día siguiente empezaba nuestra aventura por Sigtuna y Copenhague. Espero que os haya gustado ¡nos leemos!
Me ha encantado, leerlo me ha llevado a hacer un viaje precioso a sitios que no conozco
Gracias 🙂 🙂